«En Italia se dimite» es como titulaba el martes 5 de diciembre (2016) sus reflexiones Matías Vallés en el diario Información (Alicante). Y su contenido trata más bien de ser consecuente, realista y, sobre todo, honesto. Con las dimisiones surge el Cameron post-referendum, el Renzi post-referendum, el Hollande previsor…
Y para entender mejor de qué va la cosa están los contraejemplos hispanos del cuarteto de líderes iluminados, inasequibles al desaliento y que se presentan a cuanta cita electoral pudiera darse, como si de un concurso de la tele se tratara.
Salvando el caso del líder socialista, víctima de un ajuste de cuentas interno, los demás se mantienen, su carrocería no sufre rayaduras y cada uno a su manera está encantado de haberse conocido. ¿Por qué irse cuando nada tangible te obliga?
El rumbero incansable es Rajoy, sin duda. A pesar de que los escaños obtenidos por su partido caen en picado, cita tras cita desde hace cinco años, sigue encabezando la lista más votada gracias a la atomización de las corrientes ideológicas del panorama político español, aunque luego la coyuntura haga que terminen lamiéndose recíprocamente las heridas, pacto a pacto.
De ahí que el PP-Rajoy haya pactado la investidura con C’s-Rivera, para dejarlo en la cuneta a la primera de cambio y negociar votaciones legislativas con el maltrecho PSOE-Gestora. Expectante y enrabietado, el Podemos-Iglesias critica a las otras tres cuerdas de este cuarteto mayoritario, convencido de que su estrategia —en realidad, una variante de la de Rajoy— de criticar a todos y esperar que se descompongan per se, lo llevará a Moncloa tarde o temprano. Pero mientras Errejón se muestra más pragmático y con visiones a medio y largo, Iglesias encabeza el pensamiento calentón, de corto alcance pero efectista y que tanto gusta al votante que quiere cambios pero no sabe cómo construirlos.
Esa política de carácter personalista que caracteriza a estas formaciones sólo puede provocar retrasos y frustraciones. Y esto significa abonar el terreno a los populismos (que ya los hay), las corrientes extremas irreflexivas (que se están animando) y las medidas inmediatas, efectistas y de corto alcance, haciéndole el juego todos en conjunto al lobby neocon.
Ya están estos más tranquilos con la continuidad del PP pero por las dudas ya se están asegurando las próximas legislaturas a menos que comience a haber dimisiones, sea de personas, como las mencionadas por Vallés, o de cabezonerías ideológicas. Y esto sería un buen comienzo y una muestra de madurez política y compromiso con el todo, no sólo con sus respectivos electores. • 12/16 – D.L.
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